21 may 2013

Maurizio Battuta



Maurizio  Battuta en el Teatro Farnese


Maurizio Battuta era un director de orquesta italiano, mundialmente famoso.

Hasta aquel momento, sólo había actuado en los mejores teatros del mundo. Pero en aquellas fechas, iba a participar en unos conciertos benéficos que se iban a celebrar en el teatro Farnese de la ciudad de Parma.

Este era un antiguo teatro construido en 1628, que sólo había sido utilizado en dos ocasiones, por la dificultad arquitectónica que presentaba para poner en escena cualquier espectáculo. Después había sido abandonado hasta que en 1956 fue completamente reconstruido. Aunque, naturalmente, se habían conservado todas las partes antiguas que eran recuperables.

El festival iba a durar una semana, aunque Maurizio solo actuaría tres días.

Para qué pudiera descansar, le habían preparado un camerino, que estaba bastante destartalado, aunque a Maurizio le pareció muy acogedor.

El primer día, llegó una hora antes del concierto. Le gustaba estar tranquilo antes de las actuaciones para poder concentrarse. Sin pensarlo, se sentó delante de un espejo y bebió unos sorbitos de un gran vaso de agua fresca que le habían dejado encima de la mesita.

Al mirarse en el espejo, le llamó la atención algo que vio reflejado. Era un paisaje campestre en el que se veían unas tiendas de campaña, que parecían las típicas tiendas de los indios que aparecen en las películas.

Pensó que sería el reflejo del cuadro que había colgado a su espalda y no se dio la vuelta para comprobarlo, ni le dio ninguna importancia.

Maurizio, decidió tumbarse un rato en el diván que le habían instalado en el camerino para que pudiera descansar y estuvo así, en un extraño duermevela, durante casi media hora.  Después volvió a sentarse en la silla para mirar las partituras de la obra que iban a interpretar.

Al cabo de un rato, levanto la vista y al mirar al espejo se dio cuenta de que aquello que media hora antes le habían parecido tiendas indias, no eran sino pagodas chinas.

Maurizio, en aquel momento, se puso a pensar en la diferencia tan grande que había entre las melodías, bastante primitivas, de los indios americanos y los sonidos orientales, mucho más sofisticados.

También pensaba en lo curioso que era que, en todas las civilizaciones se había utilizado la música con diferentes fines. Desde siglos atrás, la música, había acompañado a los juegos infantiles. Con cancioncitas que contaban pequeñas historias de la tradición popular.

Asimismo, en todas las épocas se habían compuesto piezas exclusivamente de estudio.



Además, cada país con el paso de los años, había ido creando su propia música. Algunas de estas músicas han traspasado fronteras y se han convertido en clásicos de la música universal como el Jazz, los espirituales negros o la música jamaicana.

Sin más y al cabo de un rato, Maurizio Battuta estaba, otra vez, enfrascado en su partitura.

El concierto fue un éxito. Maurizio volvió a su camerino, para cambiarse de ropa, beber un poco de agua, que aún se conservaba fresca y volver al hotel.

Al llegar al hotel se encontraba tan cansado que, a pesar de que aún era pronto y de que solía ser habitualmente trasnochador, se metió sin cenar, directamente en la cama.

Durmió fatal. Dio mil vueltas y soñó cosas extrañísimas.

Repentinamente, se encontró, en una antigua iglesia escuchando música de órgano, cuando la música cesó, con gran asombro, vio como por la escalera del coro de la iglesia, bajaba el señor Bach con su gran peluca blanca, este le saludó brevemente y sin más, salió por la puerta de la iglesia.

No había duda de que aquel era Bach. Era inconfundible. Maurizio había visto innumerables veces su retrato y  la música que había interpretado, también sin dudarlo, era su  Minueto 114.

Maurizio, se despertó sudando, pero todo el cuerpo le pesaba muchísimo y en un momento volvió a quedarse dormido.

Esta vez, estaba en el jardín de un palacio y la gente aparecía vestida como de finales del XVIII. Por todo el jardín se expandía el sonido de un cuarteto de cuerda que sonaba extraordinariamente bien. Maurizio se acercó al cuarteto para verlo de cerca. No podía creer lo que veían sus ojos. Joseph Haydn, tocaba la viola, Mozart y Beethoven tocaban el violín y el otro músico le pareció Luigi Boccherini con su violonchelo. Estuvo un buen rato allí parado escuchándolos, embobado. No salía de su asombro, miraba a uno y a otro con el corazón latiendole a mil por hora.

Maurizio siguió andando por el jardín, y a medida que se iba acercando al palacete el ambiente parecía volverse de la Viena romántica y comenzó a escuchar un vals.

Al entrar en el palacete la música se transformó y llegaron a sus oídos los compases de la obra postromántica "Sinfonia del Nuevo Mundo" de Dvorak. Aunque el sonido le llegaba difusamente, como si llevara tapones en lo oídos, consiguió llevarle hasta un estado de placidez.

La parte final de la noche Maurizio, descansó mejor y por la mañana no recordaba más que deforma confusa, aquellos  extraños sueños...

Cuando se levantó, no se encontraba muy bien, estaba cansado y tenía la boca seca. Pero poco a poco se fue encontrando mejor. Por la mañana aprovechó para dar un paseo por las calles de Parma.  A la hora de comer, entró en una pequeña trattoria donde comió unos exquisitos spagetti con queso, naturalmente, parmesano. A Maurizio le llamo la atención, que la música que se escuchaba en la trattoria no era la típica italiana, sino francesa. Escucho algunos fragmentos de la ópera "Carmen" de Bizet y el Can can de Offenbach.

A primera hora de la tarde, aprovechó para visitar algunos lugares de interés como la magnífica catedral románica y el Teatro Regio, donde una pequeña orquesta estaba ensayando una obra de Stravinsky y otras piezas contemporáneas.

Después de descansar un rato en el hotel, Maurizio se dirigió al teatro, entro en su camerino, con la intención de repasar la partitura de la obra que iban a interpretar, se sentó en la mesita frente al espejo y bebió unos sorbitos del agua fresca que siempre le dejaban preparada. Después pensó ¿Qué tendría aquel espejo que cada día  parecía reflejar una imagen diferente? Era uno de esos antiguos espejos de Murano, en los que la luna y el marco son de espejo y tienen siempre extraños reflejos.

El primer día le pareció ver, primero unas tiendas indias, después unas pagodas y ahora el reflejo parecía unos sombreros mejicanos flotando sobre las olas del mar. ¡Qué cosa tan extraña!

Pensó mirar al cuadro de la pared de enfrente del espejo, para ver realmente lo que tenía pintado, pero le había entrado tanto sueño, que se tumbó en el diván para dormir un rato.

Al despertarse, estaba un poco mareado, pero era ya casi la hora de la función. Cuando Maurizio salió al escenario y se colocó en su tarima, todas las luces del teatro empezaron a girar a su alrededor, lo veía todo borroso y finalmente...nada.  Maurizio se había desmayado ante los ojos de todo el público en el escenario.  Resultó una escena muy teatral.  Alguien de entré el público, que era médico, subió al escenario.  Examinó a Maurizio y llamó a una ambulancia que le trasladó al hospital.

En el hospital le examinaron y no le encontraron nada de particular.  El médico tenía la idea de que a Maurizio le habían dado algún alucinógeno, pero no había ni rastro del mismo. Le tuvieron dos días en observación y al no descubrir nada raro le dieron el alta.

Maurizio se comprometió a actuar en la gala final del festival, en compensación de los conciertos que no había podido dirigir a causa de su desmayo.  A todo el mundo le pareció una idea estupenda. Además decidió cambiar el programa y hacer una gala alegre con música de películas, que todo el mundo conociera.

El día de la gala, llevado por la curiosidad, al entrar en el camerino, quiso mirar al cuadro que debía estar colgado en la pared opuesta al espejo para ver lo que había pintado en él, pero... allí no había ningún cuadro. Quizá alguien se lo habría llevado en su ausencia.  También pidió a un empleado del teatro que le trajeran por favor el gran vaso de agua que siempre le habían dejado encima de la mesa, pero allí, nadie sabía nada del vaso y además... siempre que alguien solicitaba agua le traían una botellín.

Maurizio nunca llegó a saber lo que le había provocado el desmayo, no supo si la explicación estuvo en el vaso de agua o en el espejo de Murano.

Aquella noche, el concierto fue espectacular.  El público disfruto muchísimo y Maurizio se quedo tan fascinado con aquel espectacular teatro que prometió volver al año próximo.






16 may 2013

Un trocito de estrella



Aquella mañana Topi, el simpático topo pequeño, salió de su casa, como todos los días para ir al colegio. Por el camino se encontró con Rus, el precioso zorrito de cola roja y con el siempre sonriente conejito Muflet, que iban charlando animadamente.

Al día siguiente les daban las vacaciones de verano y todos estaban un poco nerviosos pero al mismo tiempo ilusionados.

Este era el último año que iban a la guardería de la Señorita Laura, una comadreja muy cariñosa y formal, que se había encargado hasta entonces de cuidarles y enseñarles muchas cosas útiles e interesantes.  Todos querían muchísimo a la señorita Laura.

Topi, les dijo a sus amigos: ¿por qué no le hacemos un regalo de despedida a la Señorita Laura?  Rus y Muflet estuvieron de acuerdo.  En cuanto llegaron al colegio se lo dijeron a sus amigos, la pequeña ardilla Nui y el veloz ratoncito Pirú.

 Topi dijo que a él se le había ocurrido que no podrían regalarle nada más bonito ni más brillante que una estrella del cielo. A todos les pareció muy buena idea.

Pero tenían un problema ¿Cómo iban a poder coger una estrella del cielo?

 Rus dijo que seguramente las estrellas estaban colgadas del cielo como las luces que ellos colocaban en los árboles para las fiestas del bosque. Así que, después de mucho pensar, decidieron que como Rus y Nui eran los que mejor trepaban, serían ellos los que subirían hasta la punta del árbol mas alto del bosque, el viejo roble oscuro. Los demás se quedarían abajo sujetando una gran sábana para que Rus y Nui pudieran dejar caer allí la estrella sin que se rompiera.

Esa misma noche, los cinco amigos se encaminaron hacia el viejo roble oscuro, con la sábana debajo del brazo. Al llegar allí, miraron hacia arriba y les dio un poco de miedo.

Desde abajo no podían ver la punta del árbol, pero Rus y Nui estaban acostumbrados a trepar a los árboles, aunque ninguno de los dos había subido nunca hasta la punta de aquel enorme y antiguo roble.

Subieron poco a poco; cada vez las vistas eran más bonitas; se veían las copas de otros árboles a la luz de la luna. Parecía un mar de algodón verde oscuro.

Después de trepar durante un buen rato, llegaron a la punta del viejo roble. La ardilla Nui, que estaba casi agotada, alargó la mano para coger aquella estrella tan brillante, pero el resplandor le nubló la vista y...¡zas!, se le resbaló una pata. Quiso agarrarse a las ramas, pero sin querer se agarró de la cola de Rus y los dos, con un susto enorme, empezaron a caer.

 Menos mal que las ramas eran muy tupidas. Fueron cayendo de rama en rama, intentando agarrarse sin conseguirlo, hasta caer en la sábana, que Topi, Muflet y Pirú, estaban sujetando. Con el golpe arrastraron a los demás y todos rodaron por el suelo.

Cuando por fin todo quedó en calma, los cinco amigos  empezaron a moverse.  Comprobaron que no les había pasado nada, aunque estaban llenos de arañazos y moratones.

Topi, que aún estaba tumbado en el suelo, vio algo que brillaba debajo de un hermoso  helecho, que había junto a su cabeza. Alargando la mano lo cogió. Parecía una piedra pero tenía un brillo especial.

A Topi se le ocurrió de repente. ¿No sería aquello un trocito de la punta de la estrella que Nui había querido coger?

Y dijo: ¡Mirad chicos!, no habéis conseguido coger la estrella pero, con el movimiento brusco de la caída, hemos conseguido un trocito de una de sus puntas.

Nui añadió:  yo he alargado la mano para coger la estrella, pero su luz me ha cegado, he  perdido el equilibrio y ya no sé qué ha pasado hasta que me he visto tumbado en el suelo.

Los cinco amigos estuvieron un buen rato admirando el trocito brillante de estrella como si fuera un gran tesoro. Después, Topi dijo: ¡No hemos podido coger la estrella entera, pero este trocito ya es un regalo precioso!

Lo metieron en una cajita que Pirú había traído de su casa y aunque era un poquito grande, porque era para guardar una estrella entera, pusieron unas hojas en el fondo de la caja y metieron el trocito que lucía de forma especial y maravillosa.

Al día siguiente era el último día de colegio. Los cinco amigos iban contentos y orgullosos con su regalo.

Cuando llegó la Señorita Laura, Topi se acercó a ella, le dio la cajita y le dijo: Este trocito de punta de estrella es el regalo más bonito que le hemos podido traer.

La Señorita Laura les preguntó con curiosidad cómo habían podido encontrar un trocito de punta de estrella y los cinco amigos le contaron su aventura.

La Señorita Laura tenía los ojos brillantes de la emoción, casi tan brillantes como las estrellas del cielo.

Cuando terminaron su historia, la Señorita Laura dijo que ella no podía asegurar que aquello fuera un trocito de punta de estrella, pero que para ella era el tesoro más precioso, que jamás nadie la había regalado.

Al final del día, cuando ya todos se iban a sus casas, se despidieron con muchos besos y abrazos y la Señorita Laura les dijo que siempre les llevaría en el corazón.



   

7 may 2013

La ironía del destino


En el momento en el que Berta Krupp estaba tomando el avión que le llevaría de Frankfurt a Madrid, Diego Ribas estaba haciendo su maleta con la intención de ir a pasar unos días a casa de una prima de su madre, Julia, que vivía en Almagro.  

Berta aterrizó en Madrid a las 12:30 y se apresuró a buscar una boca de metro para ir a la estación de autobuses a coger el de las 13:30 que iba hasta Almagro.

Una vez acomodada en el autobús, Berta sacó una carpeta de plástico donde llevaba muy bien guardada una carta, que había pertenecido a un antepasado suyo que se llamaba Markus Fugger. La carta estaba escrita en español, pero debía de tratarse de castellano antiguo porque Berta con sus conocimientos de español no era capaz ni siquiera de adivinar de que trataba la carta.

Diego, había cogido el autobús a las 9:30 de la mañana y ya se encontraba en casa de la prima Julia, instalándose en su habitación.  Diego había ido a Almagro con la idea de investigar sobre un antepasado suyo, pariente de su madre, que había estudiado leyes en el antiguo colegio universitario de Almagro, nuestra Señora del Rosario, en la que después incluso trabajo como profesor y que  Diego no sabía por qué, posteriormente, había vuelto a vivir a Madrid.

Diego quería ver con sus propios ojos el lugar donde había comenzado una larguísima saga familiar de abogados que aún hoy continuaba. Su madre había seguido la tradición y tenía un prestigioso bufete en Madrid. Por su parte, él había empezado este año a estudiar derecho.

Diego tenía la intención de conocer un poco mejor la historia de aquel colegio universitario cuya fundación se debe a Fernando Fernández de Córdoba y Mendoza, gran humanista del siglo XVI, que decidió fundar un monasterio bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario. Carlos I permitió su fundación extramuros en 1536. Posteriormente consiguió la autorización para crear el Colegio Universitario que, comenzó su andadura, tras la muerte de Fernando Fernández de Córdoba en 1574 y su vida universitaria se desarrolló hasta 1824.   

Desde la ventana de su habitación Diego se dio cuenta de que llegaba a la plaza otro autobús que venía también de Madrid. Vio como se bajaban un grupo de personas, sin prestar demasiada atención.

Después de comer, Diego, que estaba impaciente por empezar su investigación, salió a la plaza, que eran donde vivían sus familiares y comenzó a andar calle arriba con la intención de dirigirse a la biblioteca municipal, a donde finalmente aquella tarde no llegaría.

Al dar la vuelta a una esquina y con el ímpetu con el que iba andando, se fue a chocar directamente con Berta, que venía caminando tranquilamente, tirándole al suelo todo lo que llevaba en las manos.

Diego vio que Berta se apuraba, pensando que algo de lo que se le había caído al suelo pudiera haberse estropeado. No sabía que hacer y para compensarle el mal rato, le invitó a tomar un café. Como había un bar justo allí al lado Berta aceptó pensando que así, después del susto se iría tranquilizando. 

A Diego le había picado la curiosidad, pensando de que trataría aquel documento tan importante para Berta.  Cuando ya se encontraba más tranquila, le contó que se trataba de un antiguó documentó familiar y que había viajado hasta allí con el fin de que alguien pudiera descifrárselo.

Esta historia, del antepasado alemán que en el s. XVI había a viajado hasta Almagro desde Nuremberg, para administrar parte de la herencia de su tío Antón Fugger, que también había viajado anteriormente hasta Almagro para apoyar al rey Carlos I  y para administrar el Maestrazgo, le pareció a Diego muy interesante.  Con tanto hablar, se les había pasado el tiempo y la biblioteca seguro que habría cerrado.

Diego y Berta quedaron a la mañana siguiente a la puerta de la Hospedería Valdeolivos, de la calle Dominicas, donde ella se alojaba y que quedaba relativamente cerca de la Plaza Mayor donde vivía la prima de la madre de Diego.

La mañana amaneció soleada y Diego y Berta fueron hasta la biblioteca dando un agradable paseo mientras charlaban animadamente.

Como a Diego le había parecido que la historia de Berta era mucho más interesante que la suya y además ella venía desde más lejos, decidieron investigar primero la historia de ella.

Por las fechas que venían en la carta y por los datos que encontraron en la biblioteca, no había sido Markus Fugger el primer Fugger que había venido a Almagro. Este había heredado la fortuna de su padre Antón Fugger que a su vez la heredó de un tío suyo, Jacob Fugger, que era en realidad el que había hecho la fortuna. Antón la administró bien y llegó a ser a mitad del s. XVI el hombre más rico del mundo. Markus había heredado todo, pero pedió gran parte de su fortuna  con la caída económica de la corona española.

Con la ayuda de Diego, Berta pudo descubrir que la carta trataba un tema personal, pero no pudo decirle mucho más. Consultaron al bibliotecario, por si sabía de alguien por allí cerca que pudiera ayudarles con el castellano antiguo y este les dio el nombre y el teléfono de un viejo profesor.

Diego llamo por teléfono al profesor Gonzalo Albarracín, que aunque no estuvo muy simpático, finalmente le dijo que podría recibirles en su casa a las cuatro de la tarde. El profesor vivía en Daimiel. 

Fueron en autobús y el trayecto duro aproximadamente una media hora. Durante el viaje disfrutaron del paisaje, pudieron ver alcornoques, encinas, a cebiches y olivillas.       








Cuando llegaron a Daimiel era un poco pronto. Almorzaron en un bar en el centro del pueblo y después se dirigieron a la dirección que el profesor le había dado a Diego por teléfono. 

El profesor Albarracín les recibió en su casa, era un viejo caserón, oscuro y poco acogedor. Este les dijo secamente que esperarán en una salita que había al lado de la entrada.

Al cabo de media hora, el profesor volvió con una traducción escrita de la carta, en una hoja de papel más bien oscuro y con una letra tan clásica que casi parecía el original.

Les dijo que no quería que le abonaran nada pero les rogó que no volvieran a molestarle, porque tenía mucho trabajo. Casi sin darse cuenta y con la traducción en la mano se encontraron otra vez en la calle.

Se sentaron en un banco a la sombra de unos árboles que encontraron en un pequeño jardíncillo y leyeron la traducción. Cual no fue su sorpresa, al ver que la carta era de Markus Fugger dirigiéndose a un profesor de la universidad, amenazándole de muerte, si no dejaba de molestar a su hija.

Los dos volvieron a Almagro un poco decepcionados.

La prima Julia les contó que allí siempre se había hablado de un asesinato muy sonado que se había producido, en la época en la que funcionaba el colegio universitario Nuestra Señora del Rosario, debido a algún asunto amoroso. Además, les dijo que, tal vez, la carta tuviera algo que ver con aquello.

Asimismo, les recomendó que fueran a hablar con Fermín, el sacristán de la iglesia de San Blas que, aunque no era muy mayor, le gustaba investigar las antiguas historias del pueblo y quizá supiera algo. Y así fue.

Finalmente, parece que el asunto había sido que la hija de Markus Fugger, Berta Fugger, se había enamorado locamente de un profesor del colegio universitario. Los Fugger no habían querido ni oír hablar del asunto, ya que esperaban poder realizar, para sus tres hijas, matrimonios que beneficiarán los intereses de la familia.

El profesor insistió tanto y la hija estaba tan enamorada que decidieron quitárselo de encima y pagaron a un bandido para que se deshiciera de él.

Con el fin de que la hija no se enterara del asunto la mandaron a Alemania con unos tíos de donde nunca volvió. El profesor, que se llamaba Diego de Padilla y era profesor de leyes, aunque sufrió el asalto del bandido, quedó malherido pero no murió. Cuando se recuperó, decidió abandonar Almagro y volverse a Madrid, donde rehizo su vida.

Diego y Berta se quedaron perplejos ante aquella situación. Todo parecía indicar que sus vidas habían estado unidas en un pasado lejano. Berta casi se sentía culpable por el intento de asesinato que había llevado a cabo su antiguo familiar. Aunque realmente se alegraba de que el profesor Diego de Padilla no hubiera muerto en el asalto. También se alegraba de que hubiera podido rehacer su vida y gracias a esto tenía delante de ella al sucesor de aquel profesor, que había enamorado a su antepasada Berta Fugger.

A los dos les costó volver a la realidad, sin quererlo habían solucionado las dos historias que les habían llevado a pasar allí parte de sus vacaciones.

Bueno, había  sido una historia del pasado, que como muchas otras tenía partes bonitas y otras oscuras y horribles. La historia había tenido un final no absolutamente feliz pero al menos no había terminado en tragedia. Prueba de ello es que siglos después los dos herederos de aquel suceso se encontraban de nuevo frente a frente en el mismo lugar. Ironías del destino ¿no?

Diego y Berta decidieron olvidarse un poco de toda aquella historia de banqueros alemanes, profesores universitarios, intereses económicos y asaltos de bandidos y pasar unos días de vacaciones, disfrutando como dos buenos amigos de aquel interesante lugar, cargado de otras muchas historias que también sería interesante recordar.

5 may 2013

Recomendación de libros



Los libros que he elegido en esta ocasión, no son libros recién publicados, sino que he creído interesante recomendar algunos que, se pueden considerar casi clásicos.

Antes de hacer la recomendación de los libros, quiero deciros, que he elegido un libro para cada franja de edad, con el fin de poder facilitar la elección.


- Niños de hasta 5 años:
Título: Un beso para Osito
Autor: Holmelund Minarik
Ilustrador: Maurice Sendak
Lugar/Editorial/Año: Madrid, Alfaguara, 2004
ISBN: 978 - 84 - 204 - 0202 - 4

Motivo de la elección:
Este libro, se puede decir que es un clásico, forma parte de una serie que empezó a publicarse en 1957. 

Este no es el primero de la serie, pero lo he elegido por su tema familiar, que esta lleno de ternura, muy apropiado para esta primera edad. También me parece muy adecuado, el que se trate de un tema animalístico.

Resumen:
Osito hace un dibujo para su abuela y le pide a Gallina que se lo lleve. La abuela, encantada con el dibujo, le dice a Gallina que le lleve a Osito un beso de su parte.  El beso va pasando, por circunstancias, de un animal a otro, en una historia de repetición, tratada siempre con un fondo humorístico, finalmente en una de esas situaciones de repetición, el beso vuelve a Gallina, que es quien por fin entrega el beso a Osito.


- Niños de 6 - 7 años:
Título: El secuestro de la bibliotecaria
Autor: Margaret Mahy
Ilustrador: Quentin Blake
Lugar/Editorial/Año: Madrid, Alfaguara, 2007
ISBN: 978 - 84 - 204 - 4848 - 0

Motivo de la elección:
Es un libro adecuado para esta edad, por su nivel lingüístico y su formato. La historia también resulta adecuada en su fondo. Trata del mundo de la biblioteca. Se trata de una historia de buenos y malos donde, por su puesto vence el bien sobre el mal, todo contado en tono divertido muy adecuado para la edad.

Resumen:

En un pueblo hay una biblioteca, muy bien atendida por la señorita Laburnum. Unos bandidos deciden secuestrarla, pensando que les pagarían un buen rescate por ella. Pero sucede algo imprevisto, los bandidos cogen el sarampión. La bibliotecaria les cuida y lee cuentos para que no se aburran. Al final deciden dejarla en libertad. Trás varias peripecias la bibliotecaria y el jefe de los bandidos se enamoran y la banda entera de malhechores pasan a encargarse de distintas tareas en la biblioteca.


- Niños de 8 a 9 años:
Título: El Superzorro
Autor: Roal Dahl
Ilustrador: Quentin Blake
Lugar/ Editorial/ Año: Madrid, Alfaguara, 2006
ISBN: 978 - 84 - 204 - 7095 - 5

Motivo de la elección:
El libro del Superzorro, es adecuado para la franja de 8 a 9 años, porque aunque no tiene dificultades de lenguaje, está bien escrita. Además,  la historia es ingeniosa y la solución que aporta el Superzorro para arreglar su problema, muestra valores como la solidaridad y la prevalecía del bien sobre el mal. Es una historia que tiene su parte de aventura y un final feliz.

Resumen: 
El Superzorro y su familia tienen problemas. Hay tres granjeros muy malos que quieren cazar a toda la familia. Los acorralan en una cueva, pensando que en cuanto tengan hambre, no tendrán más remedio que salir.  Pero Superzorro es más listo y urde un plan. Crean una red de túneles subterráneos que llevan directamente hasta las granjas de los tres malísimos granjeros, donde podrán coger toda la comida que quieran, mientras estos les esperan a la salida de la cueva.


- Niños de 10 a 12 años:
Título: Magos del atardecer 
Autor: Joan Manuel Gisbert
Ilustraciones: Ximena Meiner
Lugar/ Editorial/ Año: Madrid, Edelvives, 2005
ISBN: 978 - 84 - 263 - 5918 - 6

Motivo de la elección:
La historia es adecuada para esta edad, porque mantiene una cierta tensión durante todo el relato, hasta que se desvela la verdad. Además tiene un toque de misterio y algo de fantasía, que puede resultar atractivo para los niños de esta edad. Transmite valores como la emotividad y la solidaridad. El nivel lingüístico también es adecuado.

Resumen:
Amiel Solar es un hombre con aspecto de trotamundos, que aparece durante el verano, en un pueblo, con un espectáculo de palomas. Al atardecer siempre cuenta, en la entrada del bosque, historias apasionantes, que jamás vuelve a repetir. La gente esta asombrada con su increíble memoria. Encuentra una seguidora incondicional en una muchacha que está allí de veraneo, Iria Castro. Ella será quien finalmente desvele el misterio de Amiel Solar.



- Adolescentes:
Título: Cielo abajo
Autor:  Fernando Marías 
Lugar/ Editorial/ Año: Madrid, Anaya, 2005
ISBN: 978 - 84 - 667 - 4568 - 0

Motivo de la elección:
La historia transcurre durante la Guerra Civil, no es una historia de guerra, pero sus personajes se ven afectados por ella. Con este libro acercamos la historia de la Guerra Civil a los adolescentes. Asimismo, el autor trata el tema  desde el punto de vista de ambos bandos de forma bastante objetiva. También puede resultar interesante para esta edad el tema amoroso que se trata en el transcurso de esta historia. Transmite valores com la lealtad, el valor, el amor y la esperanza. Muestra el horror de la guerra, pero no de forma descarnada.

Resumen:
Joaquín Dechen, un joven huérfano, decide cambiar su destino y opta por ser soldado en 1936, ya que sueña con ser piloto y ve ahí la oportunidad de realizar su sueño. En el cuartel, conoce a Luis Cortés, un capitán de aviación del bando nacional. Este le enseña a volar y le involucra en la guerra. Joaquín actúa en la guerra, en Madrid, como espía, para el bando nacional.  

Joaquín odia la mentira y la traición y comprende y quiere a los que conoce en Madrid, que son miembros del ejercito del otro bando. También se enamora de Constanza, casada con el intimo amigo del capitán Cortés, que la guerra les ha situado en bandos distintos.  El relato va entremezclado con un relato de la actualidad en el que Joaquín Dechen, es un anciano y se encuentra con la nieta de aquella Constanza, que el amó durante toda su vida.